Serena te despierta la luz con su caricia
y te giras, desnuda, para encontrar mi cuerpo,
tú voz me quiera suya, tal es la avaricia,
que me falta voluntad para evitar el entuerto
– decides cuando el barco zarpa del puerto
sin que nadie lo impida, tal es la codicia.
Es tu tacto un guante de cachemir cosido
que paseas por mi tez, un tanto morena,
juegas a anular en mí quejido y pena
y en mi reacción, prometes: “yo no he sido”
– traviesos tus cantos, pícara sirena,
maltrecho mi barco, tocado y hundido.
Así como llevas la tormenta perfecta
invocas la calma con un chasquido,
te obedece mi mundo, hada insurrecta;
blanca la bandera de mi tesón rendido.
Diriges mi nave en dirección incierta;
bien sabes que ciego y a tientas te sigo.
Este poema fue publicado en el libro Leyendo Poesía in London © Todos los derechos reservados. El libro puede ser adquirido en el menú Tienda.
Lee el poema «Una mañana cualquiera» de @dominguezireig
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