Ayer publiqué mi post sobre las memorias de Pedro Sánchez (lo podéis leer aquí), que son las que menos disfruté. Queda claro, pues que las memorias de ZP quedan en un lugar intermedio, y que las que más me gustaron fueron las de Mariano Rajoy. La última entrega de esta serie, donde hablaré de las memorias del exlíder del PP, la publicaré el viernes (así mañana puedo publicar algo de poesía).
Pues, allá vamos… ¡nos leemos!
La plata es para… José Luis Rodríguez Zapatero y su El Dilema. 600 Días de Vértigo (2013)

Al contrario que Sánchez, las memorias de Zapatero tienen un sabor más reflexivo y reposado. Es evidente que sus ideas se han dejado enfriar tras salir del horno para que la narración obtuviera claridad y consistencia.
El objetivo del libro es simple: justificar la gestión económica del gobierno ZP entre 2008 y 2011, es decir, en su segundo mandato. El mandato de la crisis. Para mí, ése es el principal error. Cada cual es libre de decidir cuál será la piedra angular de sus memorias, pero Zapatero es incapaz en las suyas de poner en valor la agenda social que lideró como presidente del gobierno. Teniendo en cuenta que son sus únicas memorias hasta hoy (y, en cualquier caso, las primeras), parece una operación de marketing muy desaprovechada.
Un problema que para mí tiene el libro es la confusa secuencia en que se presentan los hechos. Empieza en mayo de 2010 con el anuncio de los recortes, vuelve a 2008, prosigue a 2009, luego 2011… algunos autores lo hacen con soltura. No es su caso.
El expresidente detalla en su libro la dura batalla con las élites económicas y políticas europeas para sacar adelante un paquete de apoyo a España con la menor condicionalidad posible. Es en su narración muy recurrente la alusión a su soledad como gobernante, sintiéndose a veces más arropado en las decisiones difíciles por los acreedores que por la ciudadanía.
No duda en sacudirse algunas culpas de un modo tal vez poco elegante. Justifica la seriedad de sus medidas por la mala gestión de países como Grecia e Italia, que amenazaban con contagiar a España, que apenas acumulaba deuda pública al inicio de la crisis. Tampoco asume que fuera un error su oposición a utilizar la palabra crisis porque, afirma, durante 2008, 2009 y 2010, nuestro sistema financiero resistía.
Lo mismo sucede con su defensa del artículo 135 de la Constitución, que primó (y prima aún) el pago de la deuda a otras obligaciones como la inversión social. Opina de ésta que fue una reforma sin demasiado impacto práctico en relación a las prioridades del gobierno, pero que generó confianza en los mercados y benefició al país. No sé si todos en su partido pensarán lo mismo.
Como comentaré en el siguiente post, tiene en común con Rajoy el describir presiones insoportables para pedir un rescate completo, y su confianza en que España no lo necesitaría. Al final ambos tuvieron razón (a medias).
Uno se queda con la percepción de que el expresidente podría haber aprovechado sus memorias para poner en valor otras partes de su agenda, pues sigue existiendo un cierto consenso en que la gestión socialista de la crisis financiera no concluyó con buen balance. Una pena, teniendo en cuenta que Zapatero, o al menos ésa es mi percepción, se ha revalorizado con el tiempo.
Como el buen vino.
Lee la opinión de @dominguezireig sobre las memorias de José Luis Rodríguez Zapatero
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